A menudo, la creatividad se considera un rasgo de los pocos privilegiados, de individuos con dones especiales, capaces de imaginar, rediseñar y re conceptualizar su percepción del mundo, y transmitirla o contagiársela a los demás. La realidad es, sin embargo, que cualquier individuo o equipo puede llegar a ser más creativo, solo basta romper un paradigma y aplicar técnicas que estimulen la creatividad y el pensamiento disruptivo.
David Kelley, fundador de IDEO, la empresa más creativa del mundo, cuenta con regularidad una historia acerca de su mejor amigo en tercer grado: “Recuerdo que un día mi mejor amigo Brian estaba haciendo una tarea. Estaba haciendo un caballo con la arcilla que el profesor tenía bajo el fregadero. En un momento, una de las niñas que estaba sentaba a su lado viendo lo que él estaba haciendo se inclinó y le dijo: “Es espantoso. No se parece en nada a un caballo”. Y Brian se encogió de hombros. Estrujó el caballo y lo arrojó a la basura. Nunca volví a ver a Brian hacer un trabajo como ese.” ¿Cuántas veces opiniones internas o externas, frustraciones de la infancia, se afianzan cuando somos adultos y profesionales y nos auto encasillamos como no creativos, y nos sentimos incómodos cuando nos piden ideas no convencionales o que participemos en procesos no estructurados?
Ahora, tras años y años de reprimir nuestra creatividad, ¿cómo salir de este auto infligido encierro? De acuerdo a múltiples estudios de la neurociencia, la clave está en centrarse en la percepción. Gregory Berns, neurólogo principal de la universidad Emory de Atlanta, sostiene que la manera como percibimos la información se encuentra intrínsecamente ligada a la creatividad en el cerebro humano. Para percibir las cosas de manera diferente, de acuerdo a Berns, debemos bombardear nuestros cerebros con cosas que nunca ha encontrado. Esta clase de experiencia es vital dado que el cerebro ha evolucionado para la eficacia y toma rutinariamente atajos perceptuales para ahorrar energía. Sólo forzando nuestros cerebros a re categorizar la información y moverse más allá de nuestros patrones habituales de pensamiento podemos comenzar a imaginar alternativas verdaderamente nuevas.
Esto es lograble con la práctica regular de actividades de pensamiento que se pueden usar en cualquier situación, tanto personal como profesional y no necesitan más que el darnos la oportunidad de hacerlo.
Pensar fuera de la caja.
Empecemos por el clásico eufemismo utilizado en los talleres de creatividad e innovación. Todas las organizaciones tienen una sabiduría convencional sobre cómo hacer las cosas, suposiciones sin cuestionamiento sobre lo que los clientes quieren, o elementos supuestamente esenciales de la estrategia que rara vez son cuestionados. Al identificar y luego sistemáticamente desafiar tales creencias básicas, las empresas pueden mejorar su capacidad de adoptar nuevas ideas. Hay cientos, si no miles, de aspectos que se pueden identificar y afrontar, pero para empezar con el ejercicio, empecemos por preguntarnos acerca de cuatro de las más básicas, y desafiar sus respuestas:
¿En qué negocio estamos?
¿Qué nivel de servicio al cliente esperan las personas?
¿Qué clientes nunca estarían dispuestos a pagar?
¿Qué estrategia de canal es esencial para nosotros?
Pensar dentro de la caja.
A veces, cuando la gente recibe la instrucción de pensar fuera de la caja, consideran la tarea tan amplia y la instrucción tan vaga, que muchas veces piensan que no pueden hacerlo, y tres de cada cuatro personas posiblemente no llegan a concebir una idea. A menudo hemos visto a la gente abandonar sin intentar realmente cuando se enfrentan a un desafío tan ambiguo. En estas ocasiones, y como buen ejercicio para desarrollar la creatividad, es cuando debemos pensar dentro de la caja, sin embargo, el desafío es que esta caja debe ser una caja distinta a la que estamos acostumbrados.
Para esto, lo que hacemos es imponer restricciones artificiales a la manera normal de hacer las cosas o a nuestros modelos de negocio. Aunque la idea de imponer restricciones y limitaciones para estimular la innovación puede parecer contradictorio ya que la idea siempre es explorar espacios blancos y océanos azules, navegar en ambientes y condiciones poco convencionales, usualmente resulta en creatividad estimulada e ideas novedosas.
Ejemplos para estimular este tipo de ejercicio bien podrían ser las siguientes restricciones:
Puede interactuar con sus clientes sólo on-line.
Puede servir sólo un segmento de consumo.
Usted tiene que pasar de B2C a B2B o viceversa.
El precio de su producto se reduce a la mitad.
Su canal más grande desaparece de la noche a la mañana.
Debe cobrar una prima de cinco veces por su producto.
Pensar como si no hay caja
Siempre resulta interesante encontrarse con paradigmas que rompen paradigmas. El pensamiento creativo ortodoxo fue desafiado por el pensar “fuera de la caja”, y a este nuevo arquetipo Ziad Abdelnour contesta “No pienses fuera de la caja, piensa como si no hubiera caja”. Antes de él, uno de los genios creativos más grandes de la historia también tenía su opinión respecto a pensar en cajas. Jim Korkis, historiador de Walt Disney decía en una entrevista: “Hoy se oye hablar de ‘pensar fuera de la caja’, pero Walt diría: ‘No, no pienses fuera de la caja, una vez que digas eso, has establecido que hay una caja’. Walt se negaría a aceptar la existencia de la caja.
Pensar como si no existiesen cajas implica un ejercicio que aborda un pensamiento amplio, sin restricciones y encontrar inspiración en lugares randómicos, ideando conexiones no convencionales esugieren una práctica que ayuda a estimular este tipo de creatividad:
“Comience una colección de cosas extrañas e interesantes (por ejemplo, una resortera, un avión de juguete, un robot, etc.) Entonces, usted puede sacar artículos únicos al azar cuando se enfrenta con un problema u oportunidad”.La idea es crear soluciones a partir de ese objeto.
Con la práctica cotidiana de percibir las cosas de manera diferente, poco a poco se derrumbará la equivocada y absurda idea de que el mundo se divide en creativos y no creativos, como si fuera un don divino, y empezaremos a entender que las personas somos creativas por naturaleza, y dejaremos volar las ideas a dimensiones inexploradas que a su vez resultarán en mejores retornos, mejores productos, mejores servicios y un mundo más original, creativo e innovador.